Después de unos días de descanso en Ho Chi Minh City, antigua Saigón para los de la EGB, una ciudad sin mucho encanto pero con muchísimas motos, todas pitando a la vez.
He cogido un tren (el peor tren de mi vida, 12 insufribles horas) y me he subido a un pueblo del centro de Vietnam, Hoi An, un antiguo puerto de mar que acogía a mercantes chinos, japoneses e incluso europeos que después de hacer sus tratos tenían que esperar seis meses a que cambiaran los vientos para volver, así que el pueblo se nutrió de los saberes y haceres de aquellos.
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Puente cubierto japonés |
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Casona chinoide |
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El pueblo ahora parece un decorado lleno de tiendas de ropa y sastres. |
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